Durante años, los despachos de abogados han operado en un entorno relativamente estable, confiando en procesos tradicionales, clientes fidelizados y en la experiencia acumulada de sus profesionales.
Sin embargo, este modelo tradicional empieza a ser insuficiente para abordar los desafíos contemporáneos de un mercado legal que está en constante evolución, asume una creciente competencia y demanda una transformación profunda.
Hoy, la competencia no solo proviene de firmas convencionales, sino también de nuevas formas de prestación de servicios, como plataformas online, y de proveedores alternativos. Estos nuevos actores han intensificado la presión sobre los precios, impulsando a los despachos de abogados a mejorar su eficiencia y calidad a través de las nuevas tecnologías para ofrecer un valor diferencial.
Además, la complejidad creciente de los casos legales y la necesidad de un control riguroso tanto legal como económico hacen imprescindible que de manera estructural las firmas integren herramientas digitales para facilitar la gestión de sus operaciones.
Sin embargo, según el informe «Break the Limits 2023 Legal Innovation Report» de la Fundación Aranzadi La Ley, un preocupante 32% de los despechos legales no tiene ningún tipo de presencia digital y solo el 27% cuenta con un plan estratégico de transformación digital con presupuesto asignado.
Esto resulta curioso teniendo en cuenta que otros informes destacan que la gran mayoría de los profesionales reconocen los beneficios de la digitalización. Entonces, ¿por qué no se aplica de manera generalizada? La respuesta radica en una fuerte resistencia al cambio, prefiriendo mantener métodos -hasta ahora- efectivos frente a la apuesta por nuevos modelos que buscan impulsar los negocios a través de la innovación. Por ello, es crucial desmentir ciertos mitos que frenan la evolución y entender las oportunidades que ofrece la digitalización.